lunes, 26 de abril de 2010

¡Y que todos sepan que no me avergüenzo!

Ráfaga de inspiración... y salió ESTO, que mi amigo Martín (quien se ha ganado toda mi atención para con sus opiniones) calificó como "algo que sale como un grito". Y le doy toda la razón. Gritemos:

Gente, edificios y nubes detrás.
Muros que tapan el sol.
Hojas de diarios tapando los rostros de los lectores,
muecas torcidas, paraguas que esconden miradas
y cubren personas y personajes del agua transparente que cae.
En la monotonía grito en silencio:
“¡Que todos sepan que no me avergüenzo!...
de correr bajo la lluvia,
probar el agua y saltar un charco.
De abrir bien los ojos, de mirar para todos lados
¡y tal vez cruzarme con otras miradas!
O de caminar a contramano…”

Barro en los zapatos, ojos tristes.
Vidrios sucios, figuras opacas.
Manos que trabajan al unísono y voces que callan al mismo tiempo también.
Los automóviles parecen balas en un espacio vacío.
Yo digo que creo que es muy frío el cemento gris…
Quiero calor… y que todos sepan
¡que no me avergüenzo!
De querer calor, de querer color.
De bailar y gritar a destiempo.
De reír, cantar, pintar, soñar, crecer, creer, crear…
¡de querer tocar el sol!
Y de amar.

Los años juegan a ser eternos
y pasan.
Mil cosas parecen ser un círculo infinito
y acaban.
Pero el querer respirar, querer sentir, (que parecen cosas mortales)
¡se hacen perpetuos al cruzar de una vida a otra! Ni mañana ni ayer.
Hoy.

Una brisa muda envuelve y apaga cientos de suspiros que quieren ser.
¡Y que todos sepan que no me avergüenzo…
de ser yo!